Te cuento, este “periodista”, le pifió cuando quiso doxear a un tuitero pesado. Dijo que el padre era uno que no era, cuando se le cagaron de risa, lo sostuvo.
Y en esa lógica de no corregir, si no aferrarse en el error, desató un kilombo que ya se le fue de las manos
Con un humor ácido maravilloso el tuitero compro acciones del diario donde trabaja Alfie para echarlo en asamblea. Y varios mas se sumaron a esta empresa.
Acá con un “fe de erratas”, “pucha le pifié”, “un periodista está atado a sus fuentes que son perfectibles” se solucionaba.
Pero no, Alfie pertenece al partido de la razón absoluta, ese que no se equivoca jamás, ese que en vez de recular y corregir, redobla la apuesta. Y el tema llegó a la justicia. Está denunciado, y tuvo su reunión conciliatoria. Secreta por supuesto. Y este secreto se firma…
Y ahí va, el profesional que le erró, manteniendo su postura, y ahora publicando datos confidenciales. Otro clavo al ataúd del periodismo y de la credibilidad. No sabe decir la verdad, no sabe reconocer un error, y no es capaz de comprender un contrato básico.
El es otro ejemplo del periodismo actual. Cree que la exposición no implica respuestas. Cree que es intocable. Cree que tener que bancar lo que dice es un “ataque a la prensa”. Y la prensa goza de excelente salud. Tu responsabilidad no tiene que ver con ella.

La prensa está mas sana que nunca.
Lo que duele es que ya no es unidireccional.
Y que ya no somos formadores de opinión.
Ni dueños de la verdad.
Ahora, mas que nunca, nos va a salvar ser profesionales.
Pero de los de verdad.

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