Shimon Axel Wahnish, un pedido a Dios

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Le pidieron al rabino Shimon Axel Wahnish (consejero de @JMilei) que hiciera una bendición para el flamante Presidente.
Sus palabras me parecieron tan bellas que decidí tipear todo su discurso para que me quede aquí, guardado en blog e impreso en el corazón.
Axel dijo:

Con el permiso del Sr. Presidente, de todos los presentes. Hay un versículo que dice el Red David en los salmos que es magnífico, dice así: “Siete veces se cae una persona justa y se levanta.” Y es una enseñanza maravillosa porque uno pensaría que lo bueno, es permanecer de pie, pero no.
El valor humano no reside en ser perfecto y estar siempre fuertes de pie sino en la capacidad de caerse y volver a levantarse, y de volver a empezar otra vez; con esperanza, con fe. Y creo que, como pueblo argentino, sabemos de eso.
Creo que todos como unidad, sabemos levantarnos, sabemos volver a empezar; sabemos agarrarnos bien fuerte todos y decir: “vamos a empezar de nuevo”. Nos caemos una vez, nos levantamos, otra y otra y otra vez; con mucha esperanza y fe.

Hay algo muy curioso, mucho se habla de la fe que el hombre tiene que tener en Dios; pero a veces nos olvidamos de un pequeño detalle que es la fe que Dios tiene en el hombre.
Dios nos pide cosas y tiene fe en nosotros. Dios tiene fe en usted Sr. presidente, Dios tiene fe en todos los gobernantes, Dios tiene fe en todos los argentinos y tiene fe en que nos vamos a poner de pie todos juntos para poder construir una sociedad con Libertad, con justicia y con bondad.

No hay casualidades en la vida. Estamos atravesando la fiesta de Janucá.
Janucá es la festividad donde la luz triunfa sobre la oscuridad; pero no solo eso, hay algo más, más curioso: Janucá es la fiesta donde incluso en la máxima oscuridad podemos prender una luz y empezar a iluminar el mundo. Janucá es la fiesta en donde Dios le dice a cada individuo: “Tengo fe en vos”.
En lo profundo del corazón de cada uno de los argentinos, de todos los seres humanos, pero de los argentinos hay una chispa; y esa chispa es de bondad, de justicia, de Libertad y nuestro desafío es agarrar es chispa, prender la chispa y empezar a iluminar.
Y no estoy hablando acá de manuales de ética, o de moral o de leyes; estoy hablando de cada argentino, de cada individuo tiene que buscar dentro de su corazón tenemos que buscar cada uno, prender esa llama.
Y en esa llama de bondad, vamos a iluminar nuestra vida, y después empezamos a iluminar el entorno.
Y si cada argentino trae su corazón como una vela iluminada, entre todos vamos a iluminar este país y vamos a formar una sociedad justa con Libertad y con bondad.

¿Existen los milagros Sr. presidente?… Existen… porque la victoria no depende de fuerza ni de la cantidad de soldados, depende de las fuerzas del cielo. Y ese, es el verdadero valor humano; ni el poder, ni la fama, ni la riqueza, ni la agresión. El valor humano reside en la fe que cada uno tiene en su corazón; en la humildad y en la capacidad de hacer justicia y bien.
Y eso, no sale en las cámaras; eso no sale en los discursos; eso sale en el corazón de cada uno; con su entorno, con sus amigos, con sus familiares.

Sr. presidente, hoy es su primer día, ¿cuál es su deseo?,
Javier Milei responde: -Poner de pie a la Argentina
¿Sabe qué? estuve viendo en la biblia el Rey Salomón.
El Rey Salomón es de la tribu de Judá de Judea que en el estandarte tenían el León. Y el Rey Salomón fue muy conocido como un rey sabio, justo, bondadoso que trajo prosperidad a su reinado.
Y dice el Tanaj (la Biblia): el día que asumió el Rey Salomón su reinado, ese mismo día, Dios se le reveló y le dijo “Querido Salomón, pedí lo que quieras, una sola cosa, yo te lo voy a conceder“. Se me pone la piel de gallina, el Rey Salomón dijo así: “Yo soy pequeño, no se como conducir, te pido una sola cosa: inteligencia y sabiduría de corazón. Te pido un corazón inteligente y sabio para poder conducir al pueblo; para poder hacer justicia y discernir entre el bien y el mal.
Lo que es sorprendente es que Salomón no pidió sabiduría intelectual, porque uno puede ser muy sabio pero hay otra sabiduría que se llama “inteligencia espiritual” y esa inteligencia no está en los discursos, ni en las ideas, está en el corazón. Es una inteligencia espiritual del corazón de cómo bajar a la práctica los ideales de la Libertad, los ideales de la justicia, y de la bondad.
¿Y qué le respondió Dios a Salomón? Dice la biblia, a Dios le agradó mucho el pedido de Salomón y le dijo: Podrías haber pedido riquezas, podrías haber pedido poder, podrías haber pedido fama, la muerte de tus enemigos, pero no, dejaste todo eso de lado, todo ese egoísmo lo dejaste de lado y lo único que te interesó qué fue: inteligencia del corazón para hacer justicia”.
Tanto le gustó esto a Dios que le dijo: “Lo que me pediste te lo voy a dar” pero de yapa ¿Qué vino? “y lo que no me pediste, también te lo voy a dar: Prosperidad para tu pueblo, salud, largura de vida para vos y para tu pueblo, te voy a dar poder para que puedas hacer paz y no guerras.

Señor presidente, me han pedido que le dé una bendición, pero no tengo ninguna. Me quedé sin bendiciones y, además, yo no soy quién para bendecir porque somos todos seres humanos y frente a Dios, somos todos iguales creados a su imagen y semejanza. Por lo que siento que sería una falta de respeto que yo lo bendiga a usted.
Lo único que voy a hacer es hacerle un pedido a Dios.
Le voy a pedir a Dios que le conceda, querido Señor presidente, nada más y nada menos, lo que usted le viene pidiendo a Dios hace mucho tiempo y que seguro lo está pidiendo ahora. ¿Vamos a decirlo juntos?… Tres cosas…
-Sabiduría, coraje y empatía. (responde Javier Milei)
Nuestro querido señor presidente le pide a Dios, el primer día de su cargo de su gobierno, exactamente lo mismo que le pidió el Rey Salomón sabiduría, templanza y coraje.
Ese es mi pedido a Dios: que le conceda nada mas y nada menos que su pedido. Que, entre todos los argentinos, entre usted y entre todos los gobernantes; podamos ser vehículos de tiempos de luz, tiempos de salud, educación, de paz y de unión.
Dios bendiga a todos los argentinos.
Muchas gracias.

Un abrazo en silencio vale casi más que mil palabras

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