“Schadenfreude”, o la alegría del mal ajeno

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“Schadenfreude”, o la alegría del mal ajeno no es solo un daño para otros, es también un daño para uno mismo.

Lo que hacen es “revalorizar la crueldad” y hay una plabra que explica esa emoción: “Schadenfreude”, o la alegría del mal ajeno, consiste en sentir placer por la desgracia de los demás.
Estas emociones suelen tener su origen en un sentimiento de injusticia, superioridad moral, o en que alguien “se merece” lo que le ocurre.
La envidia alimenta el schadenfreude más que casi cualquier otra emoción

A veces, las redes sociales son incluso una plataforma en la que la schadenfreude se utiliza para manipular la ideología de los usuarios, a menudo en la esfera política. El eslogan “Own the libs” [Somete a los liberales] se está extendiendo en Estados Unidos y está “diseñado para cultivar la schadenfreude“, dice Susanna Siegel, profesora de Filosofía en la Universidad de Harvard.

Los intentos políticos de convertir la schadenfreude en un arma y explotar las ideologías de este modo suelen ser eficaces porque el fenómeno puede hacer que sea más gratificante emocionalmente ver fracasar a alguien del otro equipo que ver triunfar al propio. “Creo que hubo algunas pruebas de esto durante las elecciones [a la presidencia de Estados Unidos] de 2020″, dice Sa-kiera Hudson, profesora adjunta en la Universidad de California, Berkeley Haas, que ha publicado una investigación para apoyar sus teorías. “La gente podría estar más motivada por la oportunidad de perjudicar a su grupo externo que por la oportunidad de ayudar a su grupo interno“, explica.

Pero la schadenfreude no sólo afecta negativamente a las crecientes divisiones dentro de la sociedad, sino que suele perjudicar al individuo que la experimenta.
El filósofo alemán Arthur Schopenhauer dijo una vez que la schadenfreude era “un signo infalible de un corazón completamente malo”; y aunque ese sentimiento parece quizás demasiado generalizado si se tiene en cuenta que todo el mundo siente de vez en cuando algún grado de esa emoción, la schadenfreude no dice precisamente cosas buenas de la persona que lo experimenta.
“En el fondo, el sentimiento de schadenfreude es un desprecio malicioso de la humanidad de otra persona”, dice Leach.
Un antídoto para curarlo es ponerse en el lugar del otro. “La respuesta más benévola a la desgracia ajena es la simpatía, que puede surgir de la empatía”

Hudson está de acuerdo y recomienda evitar a cualquier persona o lugar que convierta la emoción en un arma, se apoye en las comparaciones sociales o pida a los seguidores que vean el mundo de una manera de suma cero. “Cultiva un espacio en el que todos puedan ganar y será menos probable que surja schadenfreude“, afirma.

Para las personas que reconocen schadenfreude en sí mismas y quieren sentirlo con menos frecuencia, Leach sugiere reconocer que la emoción suele estar alimentada por la propia sensación de inadecuación, “por lo que puede ser eficaz separar nuestros sentimientos sobre nosotros mismos de nuestros sentimientos sobre la suerte de los demás”, dice. También aconseja cuestionar cualquier creencia personal sobre si alguien que experimenta una desgracia realmente “se lo ha buscado” y si se lo merecía. Cuando afirmamos que una desgracia es justa, debemos estar seguros de que lo es de verdad y no sólo porque nos alegramos de ver cómo le “bajan los humos”, dice.  

Y si esas medidas resultan demasiado difíciles, al menos guárdate para ti mismo tu alegría por la desgracia ajena, recomienda Siegel. “Si te sientes en conflicto con tu propia schadenfreude, es una buena señal”, dice.
“La celebración incondicional del dolor ajeno está a la altura de la crueldad”.

Schadenfreude la venganza de los impotentes
-Nietzche

Ahora que tenés toda esta información, quizás podés concluir que las personas que se ríen de las desgracias de Bahía Blanca pueden estar haciéndolo a propósito para que hables de ellos en lugar de usar tu tiempo para otras cosas.
O quizás, solo lo hacen para dar cuenta de lo profundamente enfermos que están.

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