Cuando el VIH comenzaba y no había cura, algunos argentinos enfermos se postularon para probar nuevas drogas gratis. “Si me voy a morir, que al menos sirva para algo” era la lógica.
Se buscaba una cura y en el camino, estas personas (que no todas eran gays ni promiscuas) pasaban por grandes procesos de soportar dolorosos efectos colaterales. Yo, durante mi adolescencia, le sostuve la cabeza a uno de mis mejores amigos mientras vomitaba por los efectos de esas pastillas. No una, sino miles de veces. Lo acompañé, sin ser enfermera, en todo su proceso que duró muchos años de mi adolescencia.
Logró, mejor dicho logramos, transformar su cuerpo de enfermo a portador. Todavía recuerdo el abrazo que nos dimos mirando el papel de esos análisis. Los dos llorando de tanta vida, sonriendo mientras la gente que pasaba en la calle, nos miraba raro.
Muchos años después; todos esos vómitos, desmayos, fiebres, horas de insomnio y convulsiones, quedaron en mi alma como un recuerdo de amor a la patria; y forjaron en mí, el verdadero significado de la amistad entre dos seres humanos.
Ahora, tengo a pañuelitos verdes diciendo que las personas Libres heterosexuales odiamos a los gays…
Mi amigo, por suerte, no murió en el proceso de ese programa, pero otros sí:
Había muchísima desinformación, las personas tenían mucho miedo de contagiarse de algo que ni siquiera tenía un tratamiento. Fueron tiempos de mucha crueldad por miedo en las familias, como Ana me compartió.
Me acuerdo de una señora mayor que estaba en el programa. Adoraba a su único hijo, que había fallecido por la enfermedad. Ella se había contagiado cuidándolo. También había médicos y enfermeros que estaban en la misma; verdaderos soldados caídos que nadie vio.
Tantos argentinos que nadie sabe dieron la vida anónimamente por todos estos que ahora, usan jeringas como decoración en sus cabezas.
Es tan, tan, triste…
No puedo cambiar el país yo sola, pero escribir de todos los que no están, para que los más jóvenes lo puedan leer, hoy lo sentí como una obligación espiritual.
Gracias a mi amigo, que por suerte, no murió en el proceso; estas personas de la foto hoy no están muertas. No conocen la historia, no tienen ni idea de por qué aún están con vida…
Intentar “normalizar” una enfermedad que se llevó a tantos, es ser profundamente enfermo.
Nota al pie: Si querés conocer más de este tema te dejo el enlace a dos películas que pueden darte apenas una idea de lo que eran esos tiempos:
@Ana_montesdeoca recomendó ver “Y la banda siguió tocando” (el enlace te lleva gratis a verla en youtube)
Y también podés ver “Philadelphia“.