Es momento de ser brutalmente claros, El wokeismo, el relativismo cultural, la izquierda europea progre, la izquierda latinoamericana que romantiza la miseria y todas sus variantes ideológicas no son un avance. Son un lujo tóxico, un veneno que solo una sociedad próspera y libre puede darse el gusto de crear, algo así como un Caballo de Troya autogenerado que sistemáticamente nos desarma por dentro.

Mientras nos ahogamos en una autocrítica destructiva, en la deconstrucción de cada pilar que nos sostuvo por siglos, y en una guerra cultural que nos enfrenta unos contra otros, adversarios reales observan estratégicamente y financian movimientos que hacen que les abramos la puerta a la decadencia. Fomentan la división, reescriben la historia para que nos odiemos a nosotros mismos y debilitan cada institución, desde la familia hasta la nación, dejándonos en un estado en el que perdemos la brújula moral. Nos convencemos a nosotros mismos de que “la situación es compleja”, de que “ambos lados tienen algo de razón” o, en el extremo, que “la verdad no existe”.

Estos adversarios que nombré son muy reales. Por ejemplo el islamismo radical, no anda con vueltas. Su mandato es explícito y está escrito en sus textos sagrados. La Sura 9, Ayat 29 del corán, lo dice muy claro:

“Quienes no creen en Dios y en el último día a pesar de haber recibido las escrituras, y no consideran ilícito lo que dios y su mensajero han declarado ilícito, y no siguen la religión verdadera, combatidlos hasta que paguen tributo de sus manos y queden completamente sometidos”.

Su misión es la yihad contra judíos, cristianos y, en última instancia, contra todo aquel que no se doblegue. Ellos no pierden el tiempo debatiendo pronombres; tienen un objetivo claro y una voluntad inquebrantable al punto tal que están dispuestos a dar su vida y a quitar vidas por esta supuesta “guerra santa”, este intercambio de la vida terrenal por el Paraíso se encuentra en Sura 9, Ayat 111 del corán:

“Alá ha comprado a los creyentes, a cambio del paraíso, sus vidas y sus bienes materiales que ofrecen por la causa de Dios hasta vencer o morir.”.

Entonces, ¿cuál debería ser nuestro rol? Mientras una parte de Occidente juega a la autodestrucción, la respuesta más clara nos la dan los propios terroristas. No es especulación, es un hecho. Testimonios de rehenes liberados han confirmado que sus captores de Hamás entraron en pánico y mejoraron radicalmente el trato a sus prisioneros el día que Donald Trump fue elegido, admitiendo que deseaban desesperadamente una alternativa que percibían como más débil. Le temen a la fortaleza, a la convicción y a la voluntad de defender nuestra civilización porque la historia ya ha demostrado de lo que somos capaces.

La pregunta es simple y es para todo occidente ¿vamos a seguir alimentando al caballo de Troya que tenemos dentro de casa, o vamos a empezar a escuchar lo que hasta nuestros enemigos reconocen? La elección es entre el suicidio y la supervivencia.

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