Los periodistas están acostumbrados a hablar con políticos que dicen representar al pueblo y emulan ser padres y madres que se las saben todas.
Parecería que los políticos dan por sentado que todo el pueblo argentino es un simio que va a la cancha y que disfruta de los discursos de “buenos contra malos”. Así generan divisiones en la Argentina, y así el pueblo, tragándose el cuento, vota.
El periodismo se alimenta de esas opiniones encontradas, diciendo, por ejemplo: “tal político habló mal de vos, ¿qué le contestás?“. El periodismo, en su mayoría, no busca informar, busca hacer “títulos”; para así, justificar la inversión en publicidad de los empresarios amigos.
El periodismo argentino son las rémoras del tiburón de la política que vive de darse banquetes con el trabajo del pueblo. Juntos olfatean dónde estamos ganando dinero y siguen el rastro para inventar leyes que justifiquen impuestos a nuestro trabajo y con esos impuestos, mantienen a su especie.
Tiburones y rémoras trabajando juntas, jugando a ser oposición, mal informando y engañando al pueblo.
El pueblo, por su parte, estaba acostumbrado a ver al Estado como algo externo a él, como un benefactor que da o quita. Cuando en realidad, ahora vemos, que no produce nada para dar y que no solo roba, sino que, en ese proceso, además, solo puede hacer daño.
Ahora, tenemos un presidente que no busca perpetuarse sino solucionar problemas.
Ahora, una gran parte de nuestro pueblo no idolatra a sus líderes como antes, en lugar de eso, respalda ideas que funcionan y rechaza las que no. Este pueblo incluso se burla de la idea de adorar a los líderes con memes irónicos y exagerados.
Ahora, tenemos cierto partido no político que se enfoca en resolver problemas analizando propuestas, en lugar de jugar sucio para obtener votos en la tele.
Ahora, asistimos con asco al show político de los que, levantando banderas de causas supuestamente nobles, transformaron nuestra tierra en una cloaca de entongados sin hacerse cargo.
Y vemos también, con poco asombro, como los que levantaban la bandera del cambio y el apoyo, al no recibir el cargo que esperaban sacan las uñas de la especulación y los dientes del mal augurio; pobres y mediocres tarotistas llenando los comentarios.
Quienes siguen preguntando las mismas cosas se quedan flotando cuando no reciben la respuesta que esperan, y los que siguen especulando con la misma forma de hacer política hacen papelones en las redes.
Los veo desorientados rogándole al Presidente ya no escriba en X, no sea que nos enteremos todos de lo que hacen.
Los veo perdidos, creyendo que Argentina es el mismo país que era antes de que Javier Milei asumiera.
Lamento decepcionarlos, esa Argentina ya no es.