Las “Colectoras” y el desprecio al votante
En estos días, vimos cómo varios políticos, de cara a las elecciones de octubre, comenzaron a juntarse aún con otros que dijeron odiar, para parir “nuevos” partidos.
No es ninguna novedad, Javier nos lo había adelantado varias veces en campaña, explicando que se juntarían -aún siendo de distintos partidos- con tal de sobrevivir políticamente; aunque eso, implicase ir contra la voluntad del pueblo que, por mayoría, votó a Milei. Y lo que es peor aún, yendo contra los principios de quienes los votaron.
Frente a esto, no son pocas las voces que afirman: “Son una colectora de Milei” o “Le van a sacar los votos” o “Están para dividir el electorado”.
Que son la personificación de la hipocresía no se pone en discusión, pero me hacen tanto ruido esas predicciones…
Desde mi perspectiva, estas afirmaciones revelan más sobre quienes las pronuncian que sobre las supuestas “colectoras” mismas.
Decir que una “colectora” roba o divide votos implica, de manera encubierta, tratar al votante como si fuera un ser incapaz de razonar. Es reducir a la ciudadanía a una especie de “pseudoameba sin memoria” o un “pobre imbécil” que no puede defender su decisión es, en el fondo, un desprecio implícito.
Se asume en esas afirmaciones que quien apoya a una “colectora” es una víctima pasiva, como si se hablase de una persona discapacitada políticamente, capaz de ser manipulada por este nuevo rejunte de oportunistas.
Pero discrepo rotundamente con esa visión. Esa ingenuidad -si es que verdaderamente existió alguna vez- ya no existe en los votantes.
Los votos no se “roban” ni se “dividen” por arte de magia. Van a quienes logran convencer al electorado, a aquellos que se ganan su confianza con argumentos, que para cada dueño de un voto, son sólidos.
Desde mi punto de vista, el miedo a una “colectora” es infundado en la Argentina de hoy.
La era en que los votos se decidían por “decantación” o lealtades ciegas ha quedado atrás.
Los ciudadanos ya no son peones en un tablero manipulado; son actores conscientes que eligen según sus convicciones y su criterio.
El “voto al menos malo” o el voto “roban pero hacen”, ya no son frases que merezcan la empatía de un “pobre, no se da cuenta” o que puedan asociarse a algún tipo de inocencia política.
Si votás una colectora lo hacés porque querés y sabés lo que estás votando.
Claro está que se puede criticar a estos grupos políticos. Decir “Mirá a estos hipócritas, cómo se juntaron para fingir ser un grupo serio” es un análisis válido, basado en recordar sus acciones y contradicciones. Pero sostener que “son una colectora, le van a robar votos a tal” es otra cosa: refleja debilidad por un lado y un menosprecio hacia la capacidad de discernimiento del votante por el otro.
Las personas, en 2025, tiene bien claro quiénes son los “mierdas”, los “nefastos”, los “traidores” y los “parásitos fiscales”. No necesitan que le digan por quién votar ni que le teman a un supuesto desvío electoral.
En mi opinión, el término “colectora” es un mito que ya no tiene cabida en la política argentina. Los votantes no son rebaños guiados por oportunistas, sino individuos con memoria y criterio; votando en consecuencia. Si creyese que no son responsables de sus elecciones, no quedaría otra que asumir que la casta política es “protectora” de los votantes cuando todos sabemos que tal cosa no existe.
Invito a los políticos y analistas a dejar de subestimar al pueblo y a enfocarse en ganarse su apoyo con ideas, no con temores o mirando de qué va al nuevo omelette, sin huevos, que presenten los oportunistas de siempre.
En Septiembre de 2024 en el Foro Madrid el Presidente leyó dos párrafos en su discurso que los políticos “colectoras” deberían recordar y los que creen -ilusamente- que esa clase de políticos puede “robarle” algún voto a Milei, deberían tener presente:
“El 19 de noviembre más de catorce millones y medio de hombres y mujeres libres derrotaron al Partido del Estado y sus aliados. Eligieron dejar atrás el modelo que les había arruinado la vida para asumir el riesgo de la libertad, sabiendo muy bien lo duro que iba a ser la transición en términos económicos, porque siempre le dijimos la verdad”.
Y más adelante agregó:
“Como son el partido del Estado, necesitan mantener vivo el modelo del Estado presente, porque es lo que les da de comer. No les importa que el costo de sostener ese Estado elefantiásico y voraz lo pague la gente, con el sudor de su frente. Y les digo más: ellos necesitan que el modelo de la libertad fracase en toda línea, porque – si nos va bien – cuando la actividad repunte y los argentinos de a pie se puedan valer por sus propios medios sin recibir ayuda de la política, ¿qué van a hacer, entonces? No vuelven más porque nadie va a necesitar de los políticos. Y no hay nada que les moleste más en la vida, a un político, que un trabajador que no los necesita.”