Escribir no alivia pero siempre salva

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“La marcha de la manipulación mediática”
“La marcha de la incomprensión lectora”
“La marcha de los agendistas”
“La marcha de delegar en otros la potestad de informarte”
“La marcha de la incoherencia”
“La marcha de los ñoquis que fueron apartados”
“La marcha de los imputados”
“La marcha del parásito nacional”
“La marcha de los desinformados”
“La marcha de los no lectores”
“La marcha de los ignorantes de la historia”
“La marcha de los figuretis”
“La marcha de los fisuras pagos”
“La marca de los que hacen lo que otros les ordenan”

“La marcha de la casta y sus esclavos”

El Principio de revelación nos lo enseñó este Presidente


—La poesía no siempre alivia, Potus —me digo para mí.
Aun así, viendo tantas palabras tan alejadas de lo que en verdad está haciendo el gobierno, uno realmente se entristece. ¿Cómo es posible entender tan mal? ¿Cómo es posible deformar tanto lo que se ve?

Es triste para mí ver tanta gente mal informada, tanta humanidad alimentando al animal socialista con su energía.
El otro día pensaba que nos roban la energía esas ideas tan dañinas.
Es triste.

Suerte que, a esta altura, algunas cosas las tengo más o menos claras. Sé que mi tristeza no dura para siempre y que puedo mutarla para que sirva a una causa justa.
—Escribir siempre salva —me digo para mí.

Por eso tengo un botiquín de palabras en el alma, al que recurro cuando me canso, cuando me enojo, cuando me putean demasiado por decir lo que siento o cuando creo que lo que escribo no sirve para nada.
Hoy abrí el botiquín y leí:

No somos un accidente.
No estamos acá de casualidad.
Si te informás por tus propios medios y no te guiás por lo que digan los demás, tu libertad se vuelve certeza.

Tu capacidad de comprender algo, de solucionar algo, de no sumar odio al mundo, sino ideas útiles para todos, es lo que puede transformar no solo tu vida, sino la de aquellos que vendrán después de vos.

Vos sos la esperanza y las oraciones de quienes vinieron antes y no lograron llegar a este punto de nuestra existencia humana.
Somos muy afortunados y lo pasamos por alto.

La razón por la que todo es tan desafiante es porque lo que estás rompiendo no es pequeño. Estás sanando, con tu comportamiento, todos los daños previos, todas las mentiras arraigadas, toda la oscuridad que creía haber ganado.

Así que, cuando sientas, como yo, que las dificultades son abrumadoras, recordá esto: sos profundamente amado, y los que te sigan ya no estarán atados por las mismas cadenas de ignorancia.
Y aunque el peso sea grande, el propósito lo es aún más.

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