Personas quejándose de que en el día uno de su gobierno todavía están abiertos ciertos ministerios.
Sabios de los números incapaces de pensar en la posibilidad de una estrategia, pensada con anterioridad.
Mientras otros tantos, repitiendo como loros un sin fin de frases derrotistas; frases de esas que se dicen para no dar ni un solo paso.

Hay una Argentina que mira con el microscopio del instante que vivimos, solamente el presente. Es una argentina sin futuro, enferma de pequeñez.

Pero hay otra Argentina que mira la altura de hombres de su pasado y contempla su porvenir con grandeza. Para conducir a los ciudadanos de un pueblo así, era necesaria un alma capaz de ascender hasta las más altas cumbres de la humildad.

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