Desde adentro del Leviatán: 30 años en el Estado y una rebelión silenciosa

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En 1994 entré al Estado. Era joven, idealista, y creía que desde adentro se podía cambiar el sistema. Dos años después, fui testigo de la creación de la AFIP, cuando la Dirección General Impositiva se fusionó con la Aduana bajo el gobierno de Carlos Menem. Así comenzó mi travesía dentro del aparato recaudador más temido del país.

Durante tres décadas trabajé en la AFIP. Vi cómo el Estado se volvía cada vez más voraz, más complejo, más alejado de la gente. Vi cómo se premiaba la obediencia y se castigaba la iniciativa. Cómo el contribuyente era tratado como sospechoso, y cómo la burocracia se convertía en un laberinto sin salida.

Pero también, en silencio, fui cambiando. Empecé a leer, a cuestionar, a escribir. Descubrí las ideas de la libertad, y me encontré con autores que hablaban de responsabilidad individual, de mercados libres, de gobiernos limitados. Y entendí que el verdadero cambio no venía desde adentro del Leviatán, sino desde afuera, desde la cultura, desde la palabra.

Hoy, como escritora y defensora de la libertad, quiero compartir mi historia no para denunciar, sino para despertar. Porque muchos creen que el Estado es un refugio, cuando en realidad puede ser una prisión suave, disfrazada de estabilidad. Y porque creo que cada persona que se libera de esa lógica es una chispa que puede encender algo más grande.

La libertad no es solo una bandera: es una forma de vivir, de pensar, de crear. Y escribir es mi forma de resistir. Porque en un país donde la grieta parece política, pero en realidad es moral, la honestidad se vuelve un acto revolucionario. Cada palabra que nace desde la integridad es una semilla de cambio.

“Tu integridad es tu destino… Es la luz que guía tu camino.” —Heráclito

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