A lo largo de los años muchos hemos escuchado a más de un político (sin importar si es diputado, concejal o gobernador) enarbolar la bandera del federalismo para defender sus negocios; Sin embargo, ¿Realmente saben en qué consiste este sistema político del cual nuestro país trató de imitar? Y más importante aún, ¿realmente el ciudadano entiende que es federalismo? 

Por eso, y parafraseando al gran pensador del siglo XXI, el gordo Pablo: “como ciudadano”, voy a tratar de dar una breve explicación de lo que yo entiendo que es el federalismo/constitucionalismo y cómo esta ha fracasado en su implementación en Argentina. Para adentrarnos a este tema debemos entender que dice el diccionario sobre estas dos palabras federalismo y constitucionalismo.  

El Diccionario de Derecho Constitucional (Oxford / Black’s Law Dictionary) nos dice que el Constitucionalismo es “Sistema de gobierno en el que la autoridad está definida y limitada por una constitución escrita, con mecanismos de control judicial y protección de derechos fundamentales.”  Por otro lado, el federalismo se define como “Forma de organización política que reconoce múltiples niveles de gobierno con competencias propias, constitucionalmente garantizadas.”   

Sin embargo, una definición mucho más clara es la que hace la universidad de Minnesota donde llama constitucionalismo a la confianza que el hombre deposita en el poder de un documento como medio para controlar a un gobierno y a sus funcionarios.  

Si usted ha prestado atención, notará que ambas no son independientes sino complementarias. Además, no existe un único modelo de federalismo que sea universal, ya que depende de las circunstancias donde se ha implementado dicho sistema. por eso, se pueden observar diferencias entre países. 

En consecuencia, aunque todo sea muy lindo teóricamente, en la práctica hemos visto y vivido sus fallos. Es aquí es donde nos preguntamos ¿Por qué aquí no ha funcionado y en Estados Unidos sí? Y para responder esto lo más breve posible, es necesario entender el contexto histórico del mismo. 

Estados Unidos, aunque es considerada “la primera federación moderna” (Ronal L. watts) el sistema mismo no lo es. De hecho, en las tribus israelitas podemos encontrar indicios del primer federalismo documentado. Las confederaciones de tribus beduinas y las nativas en América del norte. Las famosas ciudades-estados en la antigua Grecia y en el Asia menor. Incluso, en la edad media tuvo la oportunidad de ver ciudades autogobernarse (norte de Italia y Alemania y los cantones suizos) y así podríamos seguir enumerando hasta llegar al siglo XIX.  

Claramente, que en el camino hubo intentos que prosperaron y otros que fueron abandonados. Pero todo esto nos lleva de nuevo al punto de partida: ¿por qué prosperó en América del norte? Una respuesta rápida y de sentido común sería el gran respeto y obediencia a su constitución. La corte suprema en sus diferentes niveles ha llevado a cabo su rol de hacer respetar la carta magna de manera casi perfecta. El factor clave ha sido su independencia, su fuerza y su incorruptibilidad (con algunas excepciones). Obviamente, hay muchos otros factores, pero no los analizaré detalladamente. Aun así, si prestas atención, voy a nombrar alguno que otro al pasar.  

Esto ha permitido grabar en el corazón de la gente una fuerte creencia de que su Constitución es sagrada y perfecta. Como dijimos antes, el éxito se debe al respeto y obediencia, gracias a una justicia que se ha comportado como tal. Como leí alguna vez “todo debemos ser gobernados por las mismas reglas preestablecidas y no por el capricho de aquellos encargados de ejecutar esas reglas”. 

¿Y qué pasa con América latina? Lastimosamente no tuvo una experiencia previa como las colonias de tener leyes propias y esta inexperiencia se ha visto en todo el devenir histórico de la misma. Esto se refleja, por ejemplo, en la cantidad de constituciones y reformas que le ha propinado. Pareciera que, para muchos políticos, reformar y eliminar leyes fuese algo normal, 

En Argentina se ha “normalizado” que las autoridades gubernamentales en su afán de no perder poder, ya sea por miedo a ir presos o por lo lucrativo que es robar desde allí; en este contexto, han violado literalmente toda ley establecida en la Carta magna. Tenemos ejemplos recientes, como el del gobernador de Santa Fe que quiso reformar el marco jurídico provincial para legalizar su perpetuidad en el cargo como también crear impuestos para agravar más a los santafecinos o las leyes inconstitucionales que promueve un senado corrupto. 

En definitiva, que argentina misma siga estancada en la pobreza es culpa directa de políticos sin escrúpulos y de una justicia que no ha tomado su rol como la defensora de la máxima ley que rige nuestro país, La Constitución Nacional.  

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