“Pobres: Esclavos o protagonistas”

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Para el PRO, los pobres son un problema que hay que maquillar. Son esos “seres inferiores” a los que se asiste tapándose la nariz, no por convicción, sino para que no digan que “el PRO no se preocupa”.
Por eso, usan asistencialismo, planes y programas que parecen más una agenda de marketing que una solución real.
La pobreza, para ellos, se barre bajo la alfombra, se tapa con pintura, se decora con globitos. Es un estorbo que no se resuelve, sino que se disimula para que la foto quede linda.
Nada como la villa pintada con flores y arcoíris.

Para un K, los pobres son esos seres inferiores, pero además útiles; a los que, en tiempos de elecciones, hay que arriar como vacas idiotas hasta las urnas. Los planes sociales y los cargos militantes, son las riendas para controlarlos.
Un pobre, para el kirchnerismo, es un medio para su fin: el poder. Por eso, multiplican la pobreza con recetas que nunca funcionaron, porque un pobre que deja de serlo ya no les sirve.

La pobreza para un K, al igual que para un zurdo, es utilitaria y se la engrandece para que el pobre, que no tiene nada, sienta que al menos tiene pobreza.
Un ejemplo de esto lo vemos cuando escuchamos a un zurdo hablar de que el sueldo mínimo tiene que ser de cierta cantidad y uno se pregunta: ¿y por qué 2 millones y no 10? ¿Por qué un pobre no puede ganar más de lo que le diga un diputado?
La pobreza inmutable es su razón de existir. Mientras el pobre crea en la mentira de que “ser pobre” es su identidad, mientras lo enorgullezcan de su miseria, ellos ganan.
Por eso, jamás, nunca, harán algo realmente relevante para ayudar a esa persona a salir de la pobreza, porque sin pobres no hay zurdos ni kirchnerismo. Existen porque hay personas a las que hay que empobrecer y pobres que deben seguir siendo pobres.

Para los libres, en cambio, los pobres —como dice Axel Kaiser en “Parásitos Mentales”— “a pesar de tener opciones más limitadas, son perfectamente capaces de ser agentes de su propio destino”.
Respetar la vida es no esclavizar a nadie, ni con planes innecesario ni con promesas.
Un pobre puede salir adelante, y ahí radica su dignidad: no en la pobreza misma, sino en su capacidad de superarla.
Para los libres, la pobreza no te define, no te hace mejor ni peor. Es un estado temporal del que podés salir para ser útil a la sociedad y a vos mismo. Ser pobre hoy, no significa que lo serás mañana, y nadie debería obligarte a seguir siéndolo para que otros ganen.

Ante un país que se debe arreglar, hay tres formas de enfrentar la pobreza:

  • Golpeas una cacerola para que el Estado se encargue mientras te da un carguito en la muni.
  • Cortás la calle, quemando gomas, mientras te victimizás cobrando un plan de esclavo.
  • O te juntás con otros para HACER lo que no hicieron nunca los que nos quieren pobres y esclavos: crear riqueza trabajando.

Spoiler: la última opción implica esfuerzo, responsabilidad y autocrítica, pero es la única que realmente funciona.

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