Yo no soy fanática ni termo de @JMilei, simplemente soy una emprendedora que sobrevivió años trabajando con mis manos en esta Argentina. ¿Sabes lo que es bordar todo un día con una aguja y al vender tu trabajo, tener que darle al Estado parte de ese esfuerzo por NO hacer absolutamente nada? Te pasas horas y horas dando puntadas y, porque sí, te sacan dinero. “Pago para trabajar, ¿cómo no odiar a este país?” pensé una vez.
Sé que muchos sienten enojo. Un empleado de oficina, por ejemplo, putea a su empresa o a su jefe y se descarga. Pero cuando sos emprendedor, no hay con quién.
Cuando agarras una tela en blanco y le pones horas y horas de trabajo, se siente de otra manera el esfuerzo. Cuando te sacan plata con impuestos, se siente completamente distinto…
Si un día vas a la oficina y amaneciste con pocas ganas, vas de chanta y no pasa nada; a fin de mes cobras. Pero si eres emprendedor y tus manos no trabajan, no hay nada para vender y no hay nada para cobrar.
Los que creamos algo de la nada misma ponemos en lo que hacemos un pedazo de alma. Ese pedacito no siempre es necesario que lo ponga un revendedor —sin desmerecer a ningún trabajador—. Me explico: un verdulero de bien, o un local de ropa, o una juguetería trabajan y odian pagar impuestos. Pero cuando sos el que cosecha las papas, o el que cose la ropa, o el que talla el juguete de madera; que te saquen el dinero por tu creación se siente en la boca del estómago como impotencia, como una injusticia.
El día después que ganó @JMilei, mi cómplice de vida vino a despertarme. “Buen día amor“, me dijo y agregó, como susurrándome un secreto: “Milei es Presidente“.
Yo, que recién me despertaba, lloré de emoción.
Es que cuando se supo que él ganó, yo no grité, ni salté… yo, un insignificante Potus Amarillo, me sentí así, como Scaloni:
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