Toda la vida se supo que si entrabas en un gobierno a trabajar como empleado del estado, cuando subiera el nuevo gobierno volarías.
Así fue siempre, cada Presidente que subía ponía su propia gente y se sacaba de encima a los contrarios.
Durante años funcionó así.
El problema fue que se mantuvieron cargos de la Presidencia de Néstor a la de Cristina, luego Macri no tuvo como prioridad echarlos (por decirlo elegantemente), sumó otros y finalmente, con Alberto, se sumaron más.
Muchos de los que llevan años en el Estado saben en su fuero íntimo que cuando pisaron el estado NO era para siempre. Es más, muchos que lloran saben perfectamente que les jodieron la carrera a las personas que trabajaban originalmente en esos organismos.
Hay muchísimo puestos ocupados en planta permanente por personas que NO saben hacer la tarea para la cual están contratadas y sin embargo siguen gracias a que tienen debajo de ellos, a personas que ganan menos, no son de planta permanente y SI saben hacer el trabajo.
Tenemos ñoquis, tenemos gente ocupando cargo cuando no son capaces, cumpliendo mal su trabajo maltratado a otros y TODOS sabían cuando entraron en el estado que NO era para siempre.
No, no me hace feliz que una persona pierda el trabajo. Tampoco me hace feliz que le mientan victimismo a la gente.
No, no como vidrio y una persona que trabaja en el estado ya sabe de ante mano que tiene un contrato con una fecha de vencimiento político.
Si vamos a decir digamos todo, porque los contratos se terminan y el karma de obrar mal, tarde o temprano hay que pagarlo.
¿Y antes de ese gráfico qué compartió Javier Lanari qué pasaba?
Según diarios viejos tengo:
-Raúl Alfonsín asumió la Presidencia en 1983 y el plantel de empleados estatales ascendía a 981.012 personas.
Ese número se incrementó considerablemente con la aplicación del Plan Austral, que llevó la planta a 1.019.342 personas
Bajó en 1986, cuando registró 992.072 trabajadores, según un informe de la entonces Secretaría de Hacienda.
–Carlos Menem asumió su mandato con 874.182 empleados y lo terminó diez años después, con 258.624 trabajadores, gracias a la política de privatizaciones.
Además de las cerca de 250.000 personas que trabajaban en las empresas estatales que fueron privatizadas, la reducción se produjo por el traspaso de personal al gobierno porteño, la exclusión estadística del personal de universidades nacionales como agentes estatales y unos 290.000 empleados que fueron transferidos a las provincias.
-Fernando de la Rúa dejó anticipadamente la Casa Rosada en 2001 con 249.930 empleados públicos y con la política de ajuste en un año expulsó a 263 empleados.
-Eduardo Duhalde, en cambio, la volvió a subir. Terminó su corto mandato, con los 265.340 que recibió Kirchner y que en cuatro años más los llevó a más de 300.000 empleados.
Digo, como para ir asumiendo que el malo de esta historia no es precisamente @JMilei sino los que pensaron que “bajar el desempleo regalando carguitos” sería buen negocio.
